“Los zombies no discriminan. Para un zombie, todo el mundo sabe igual de bien. Y cualquiera podía ser un zombie. No tenías que ser especial, buen deportista, o guapo. No tenías que oler bien, o llevar la ropa correcta, o escuchar cierta clase de música. Sólo tenías que ser lento”
Josephs Adams, John
Capitulo 1
Estoy jodido,
pensó. Jodidamente jodido.
Carlos observa pasmado como la sangre recorre su brazo
derecho.
-¡Hijo de puta!- Grita encabronado al tiempo que se incorpora
de un salto y comienza a mirar en todas las direcciones. -¿Dónde coño te has
metido? ¡Te voy a volver mierda!
Se escucha un ruido muy cerca, Carlos tiene un corto
sobresalto, no hay lugar para el miedo ni para el dolor. Esta jodidamente alterado
y ¿cómo no? el peor de los escenarios posibles acaba de acontecer.
-¡Malnacido! ¡Ya sé dónde te encuentras! ¡Voy por ti NOJODAAAAAAAA!
Carlos, corre a gran velocidad en dirección al sonido. Él no
es de actuar tan impulsivamente, pero en esta ocasión se trata de un asunto
personal, está completamente decidido a darle caza y vengarse de lo sucedido.
-¡Te voy a reventar toda la puta madre!
No hay tiempo para andarse con cuidado, Carlos arremete con
toda su fuerza y derriba a la fuente de su contrariedad. Con una mano lo mantiene
en el suelo, al tiempo que le propina una violenta serie de puñetazos con la
que le queda libre. La sangre pringa las paredes, un golpe tras otro sin detenerse,
un puño destrozado por absurda iniciativa propia, inconsciente autoflagelación,
Carlos se desahoga.
Pasan un par de minutos, el cuerpo tendido en el piso ya no
se mueve y Carlos encima de este lloriquea.
-Mierda, esto es una mierda.-Se dice a sí mismo, mientras se
limpia la sangre de la cara.
-¿se puede saber que estás haciendo? –Escucha Carlos por
encima de su hombro izquierdo.
Hace mucho tiempo que no veía a alguien, a alguien vivo. Un
día se percató de una extraña
perturbación que le rodeaba, cansado del silencioso día a día le dio la forma
de una cabeza de coyote envuelta en llamas y lo llamo Schneider. Carlos siempre
afirmo que su mayor temor era perder la cordura, pero ante una amenaza más
inmediata, aquello perdió importancia.
-¿pero qué cojones haces? Hay que salir de aquí, no es
seguro ¿Qué pasa que no te mueves? –Pregunta Schneider a Carlos.
-¿Qué no vez? ¡Ya no tiene caso! Me he sabido joder–responde
Carlos al tiempo que le muestra la prominente herida en su antebrazo derecho,
el cual minutos antes impide que mordieran su cuello.
-¿y qué? ¿Pretendes quedarte aquí y no hacer nada? ¿Crees
que ese es el final que merece un verdadero hombre? Pero que marica, que
decepción. Antes me dijiste que si esto alguna vez pasaba harías algo de
servicio. Algo genial y épico como Carlos Oliveira en la tercera película de
Resident Evil o el mexicano de Skyline. No esta pendejada de “no tiene caso, me
voy a quedar a que me violen”. Así como lo veo tienes dos alternativas, esperar
melancólico y a lo pendejo hasta ser parte de ellos. O demostrar que tienes los
cojones bien puestos y hacer algo estúpidamente glorioso y legendario; reconócelo,
ya lo has perdido todo ¿Qué más puedes perder? ¿Qué me dices?
Carlos considera muy brevemente las cosas.
-Digo, que estoy jodido a más no poder, sin embargo tienes toda
la razón. Como siempre pinche coyote.
La determinación regresa a la mirada de Carlos, se levanta y
venda sus heridas improvisando como los Dioses. Recoge sus cosas, está listo, realiza
un gesto de fortaleza con el puño y deja escapar una leve sonrisa al tiempo que
imita el acento de uno de sus personajes favoritos de los videojuegos.
- ¡It´s Show Time!
Capitulo 2
El mundo tal y como lo conocemos ha pasado a la historia, o
como le gusta decir a Carlos se ha ido a la chacota. Todo fue demasiado rápido
y ni siquiera los que se decían expertos y profetizaban reglas de oro para la
supervivencia a este tipo de catástrofe pudieron reaccionar a tiempo. Aquellos
eruditos formados en base a horas y horas frente a una pantalla viendo películas
absurdas relacionadas, nunca consideraron el factor “naturaleza humana”, la
cual resulto ser más peligrosa aun, que el mismo mal que sobre ella se cernía. ¿Carlos?
El solo tuvo un poco de suerte, de una u otra forma lograba salir ileso de cada
situación riesgosa que se topara por delante, él atribuye tales hazañas al mero
sentido común. Sentido que le decía una y otra vez que se alejara de la gente
pero, a pesar de ello hizo todo lo posible por encontrar a su familia. Después
de muchas complicaciones y sobre pasar sus límites tanto físicos como
psicológicos logro llegar a lo que alguna vez llamo su hogar, pero no encontró
a nadie. La depresión se apodero de él y durante los próximos días, totalmente indiferente a todo lo que
acontecía, exhausto, se acostó sobre el piso he hizo absolutamente nada durante
varios días, llegando al borde de la muerte.
-¿En qué piensas ahora? Haz estado muy callado- Pregunto
Schneider.
-Nada en particular, solo recordaba un poco, pero no tiene
importancia, menudo fiasco, no encontramos lo que vinimos a buscar, salgamos de
aquí.
¿Para qué se exponía noche tras noche? No tenía necesidad de
ello, ya posee todo lo que puede necesitar:
El campamento de la Fe, un lugar en el cual estar seguro. Su
única entrada y salida requieren de procesos cognitivos superiores que “esas
cosas” no poseen. Aunque se diera la posibilidad y de pura casualidad
encontraran y accionaran la palanca que por acción mecánica baja la escalera. Carlos
comprobó, luego de horas y horas de profunda observación, que no sabían cómo
utilizarla. Una de las actividades más recurrentes de Carlos eran sus “estudios
científicos” para establecer las posibles capacidades y patrones conductuales de
“esas cosas”.
El asunto de la alimentación también está solucionado, toneladas
de comida enlatada, más deliciosa de lo imaginado y que encontró fácilmente en
almacenes ÉXITO. Carlos Aún recuerda el gran susto que se llevó en su primera
visita por provisiones, el lugar parecía vacío, pero nada más alejado de la
realidad. Quien diría que alternar entre los pasillos despistaría a sus
perseguidores. Cuando el peligro aprieta, se agudiza el ingenio.
Bien es cierto que la higiene no era lo más importante, pero
para Carlos un indicador de que las cosas están jodidas, es que no hubiese
papel higiénico en el baño. Por lo cual Chorrosientos
rollos de papel higiénico mega rollo, acolchado, perfumado y de doble hoja
ocupaban una generosa fracción en la bodega del campamento de la fe.
Aunque en su escondite Carlos está fuera de peligro, no dudo
en buscar algo de apoyo balístico. Así fue que llego a “José”, una escopeta semiautomática
Remington 11-87 que encontró en un carro transportador de dinero volcado en la
avenida, con su respectiva munición magnum de 3 pulgadas. Una buena arma, pero
Carlos quería el máximo rendimiento, así que la modifico y adapto a sus
necesidades con lo último en tecnología: una linterna y 4 rollos de cinta
adhesiva, además de un par de calcomanías de los caballeros del zodiaco para darle algo de estilo propio.
Finalmente, hay algo más por lo que Carlos arriesgo su vida
para conseguir: un sin número de tarros de Choco-listo. Cuando regreso al
campamento de la fe con su preciado botín, se percató que no tenía leche.
En todo caso no existe necesidad alguna de exponerse de esta
forma noche tras noche. A pesar que, contra a todos los pronósticos salir de
noche representa un menor riesgo.
-Si no te pueden ver, no te atacaran. -Murmuro Carlos
mientras sigilosamente intenta evadir un grupo de “esas cosas” que entra al
lugar donde minutos antes se presentó el acontecimiento que definió lo que le
queda de vida, “el error máximo”. Carlos hizo mucho ruido en su irritación y
ahora un buen número de esas cosas se aproximan.
Aun no me han visto, pero me están rodeando, Hora de poner en acción el
plan de contingencia.
Carlos, saca de su mochila TOTTO sus últimas adquisiciones,
dos pistolas 45 mm automáticas M1911.
-jejeje. –ríe con cierta malicia, patea innecesariamente las
puertas de su escondite pensando solo en verse “Guay” al hacerlo. Le sobra
confianza luego de tan magistral forma de llamar la atención, decidido a
divertirse por lo grande Carlos mira de frente los vacíos ojos de sus futuros agresores.
-¡Garbage
day! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! –Emula, cual niño, con su voz el
sonido de los disparos. No es la primera vez que Carlos dispara un arma, pero
en esta ocasión hay algo diferente en sus ojos, ya no le preocupa el ruido
generado o el hecho que está disparando más de lo necesario. Vacía los
cargadores de ambas pistolas con solo 5 objetivos, inhabilitándolos por
completo.
-Casi podría asegurar que te estas divirtiendo. –No evita
mencionar Schneider.
-Me siento diferente, sin miedo, sin limitaciones, no
necesariamente poderoso, pero mi espíritu arde con mucho fervor. Es curioso, en
este momento que mi muerte es inminente, se me han ocurrido un par de ideas interesantes.
-Déjame adivinar, ¿involucra pipetas de gas?
-Me conoces muy bien viejo amigo.
Carlos y Schneider salen del edificio, la noche es joven y
las posibilidades se muestran prometedoras.
Capitulo 3
Cuando el ciclo de la vida llega a su fin, eventualmente el
cadáver humano, se disolverá hasta no quedar nada más que huesos, dientes, uñas
y pelo. Billones de microorganismos se multiplicaran exponencialmente al no ser
regulados por el sistema inmunológico, el cual con la muerte deja de funcionar;
y se encargaran de saciar su voraz apetito provocando la descomposición.
La escuela había dotado a Carlos con conocimientos básicos
en biología, conocimientos que al iniciar el desastre representaron su plan de
acción de. Combatir a los muertos vivientes sería tan fácil como evitarlos
durante un par de semanas para una vez bien podridos reventarles la madre a batazos.
En teoría un muy buen plan, luego de superar su depresión y conseguir unos
cuántos recursos mediante una serie de necesarios actos vandálicos. Carlos se
escondió un tiempo con la esperanza de hacer parte del equipo de limpieza una
vez el tiempo hiciera lo suyo. Pero cometió un grave error en su razonamiento.
NO ESTAN MUERTOS.
Sin munición y en una situación algo comprometedora, Carlos
presiona levemente la herida en su brazo derecho.
-No hay dolor. Se dice a si mismo mientras ejerce presión una
segunda vez con mayor fuerza.
-No siento nada, es como si mi jodido brazo no
fuera parte de mí.
-Sí que armaste un gran desastre nunca vi tanta sangre
junta, fíjate bien que tanto llamaste la atención. Hay mal contados como unos 60
allá fuera. Indica Schneider. Argumento al cual Carlos presta poca atención y continúa
auto examinándose.
Los golpes resuenan fuertemente en las grandes puertas de la
bodega, no pueden entrar pero él tampoco puede salir, a pesar de ello no se le
ve preocupado. Ha pasado media hora desde el incidente, desde entonces la
percepción de la vida es muy diferente para Carlos. Ya no se estresa con
pensamientos mundanos que antes de, invadían constantemente su mente: se acaba
la comida, están cerca, hay que moverse, pronto amanece, hay que guardar
munición. Ahora se encuentra mentalmente desinhibido, ha roto las barreras de
su intelecto y los esquemas preestablecidos, ha liberado su mente. Él está en
un estado superior de cognición. Y gracias a ello acaba de hacer cosas
increíbles, ha matado tantos que ya no recuerda el número.
-Y los que faltan. Murmura finalmente. Carlos cubre
nuevamente su herida. –Es hora del Round 2.
-Ya no estás pensando coherentemente. Responde Schneider.
-¿Quién dice que no? Solo esperaba a que se agrupara un gran
número en la puerta. El escenario está preparado es hora que haga aparición el
invitado especial. Esta mi estimado amigo, no es una bodega normal ¿te suena la
empresa Caterpillar? Checa esto.
Carlos enciende un interruptor. Un generador, independiente
al fluido eléctrico de la ciudad que hace mucho se fue a la chacota, comienza a
andar y las luces del edificio encienden.
-¡Mierda nojoda no puedo creer lo que estoy viendo! –Grita
sorprendido el coyote llameante.
-Te presento el Buldócer D6M, CATERPILLAR con equipo
adicional de RIPPER, ROOT RAKE y ROOT PLOW. ¿Recuerdas los trabajos para el
megaproyecto de transporte público?
-Y ¿sabes conducirlo?
-Tengo algo mejor en mente, solo lo necesitamos para
despejar la entrada, no tenía pensado subir a esa cosa, este ladrillo y esta
soga se encargaran de guiarlo, ahora montamos estas pipetas de gas, un par de
barriles de combustible…joder que me sentiré todo un gilipollas si esto no
estalla como es debido.
El rugir de un potente motor resuena en el interior, las
puertas de la bodega se abren mecánicamente y de la oscuridad emerge una barrera mecánica que se estrella de
forma brutal contra el enemigo.
-¡Madre de Dios! Nunca vi tanta sangre, sesos y miembros
cercenados juntos.
No hay respuesta al argumento del coyote, Schneider voltea a
su ausente interlocutor para verlo correr como si no hubiera mañana.
-¡Marica el ultimo!
El temporizador llega a cero, un oportuno chispazo con mucho
gas de por medio ¿Cómo expresar con palabras la magnitud de una explosión
ridículamente enorme?
Aunque algo así alertara a todas esas cosas en el área,
Carlos deja escapar una lágrima de felicidad.
-Fue hermoso.
Capitulo 4
Ha sido una noche llena de acción y emociones. Carlos descansa
y saborea un bocadillo de medianoche en el campamento de la Fe. Tal y como
esperaba, la explosión ha sido la cortina perfecta para escabullírsele a “esas
cosas” y regresar a “casa”.
-Joder, ¡esto sabe a Gloria! –Afirma con la boca llena, al
tiempo que abre otra lata de carne en gulasch y la echa en un plato con
frijoles y maíz tierno.
Schneider ve horrorizado la escena, 14 latas en el suelo
evidencian el festín digno de los Dioses que Carlos se está dando. La regla
eran 5 latas diarias, en cuanto el hambre atacara. Pero eso, ya valió pito.
-No me mires así, ándate a joder a otro lado pinche coyote.
Dicho lo anterior abruptamente Carlos queda extático, con la
mirada ida y la boca entre abierta aun con algo de comida en ella. Schneider le
grita con desespero, pero no obtiene ninguna respuesta. Van 10 segundos de
silencio absoluto, el destino es implacable y de esta forma El héroe…
-¡Buuuuuuuuuuuuuuuuuuuurp! –Carlos da vida al padre de todos
los eructos.
-Joder tío ¡me asustaste! Creía que ya te habías ido de joda
con la Calaca
-¿Con quién?
-La dama Fría
- …
-¡La muerte tío, la muerte!, joder que cada minuto que pasa
te haces más gilipollas.
El comentario de Schneider toca un punto sensible. Completamente
satisfecho, Carlos se arroja sobre su viejo sofá, para él lo máximo en confort,
reflexiona un par de minutos, para por fin responder a “su amigo”.
-¿Sabes algo Schneider? Nunca he visto cómo funciona esto.
Digo, sé que si te muerden te jodiste. Pero hablo en serio cuando digo que no
tengo ni puta idea de cómo se da “el cambio”. De momento puedo afirmar que no
tengo ninguna clase de pensamiento involuntario, soy plenamente consciente de
todo. Lo único si es que ya perdí toda la sensibilidad en mi brazo derecho, aunque
aún puedo moverlo. No me provoca mirar la herida, aunque no sienta nada sé que
esta horrible.
-¿Cuánto crees que te quede? –La gran mayoría de cosas que
Schneider dice son el reflejo de la naturaleza jocosa y jodona de Carlos, esta
vez sus palabras son sinceras. El inconsciente es claro como el agua; y Carlos
está preocupado por sí mismo.
-No lo sé, supongo que cuando llegue el momento yo…
Carlos no termina la frase, algo peculiar le interrumpe, es
un sonido, uno que tenía mucho tiempo de no escuchar. Un Grito de auxilio.
-¿Puede ser esto posible?
La respuesta no demoro y un intenso alarido se escucha en la
cercanía.
-¡Otra persona! ¡Otra
persona viva!
No lo piensa 2 veces, rápidamente se pone sus zapatos
deportivos Nike de alto rendimiento, recoge su mochila Totto de gran capacidad,
cantimplora llena, botiquín compuesto por venda fija, isodine y Vick VapoRub
listo, Carlos toma toda la munición restante de “José”, su bate de béisbol, de aluminio
para asegurar durabilidad y su gorra de los Yanquis de Nueva York.
-Alguien vivo, alguien a quien el campamento de la Fe y todo
lo que he construido y logrado puede serle de utilidad.
Carlos acciona la palanca que baja la escalera, se desliza
por ella como en las películas. Al caer dos de esas cosas le descubren y atacan.
-¡Carlos dispara! –Grita el coyote, siempre presto a alertar
a su creador de cualquier amenaza.
-No valen la pena. –Carlos sabe perfectamente donde golpear
con su bate para dejarlos fuera de combate.
-Dos más a la cuenta, sin embargo Carlos ¿Qué te pasa? te
noto algo lento, como indispuesto.
-Uff, uff, joder es que no he digerido bien la comida,
recuérdame luego de mi glorioso rescate pasar a la farmacia por un Alka-Seltzer.
Capitulo 5
-Madre de Dios –Dice Carlos en voz baja a ante la escena que
está presenciando a una distancia segura.
Acorralados en un callejón sin salida, una niña pequeña de
no más de 7 o 8 años y un hombre, su padre quizás, retroceden hacia el
encierro.
-Enemigos, enemigos everywhere. Son muchos están jodidos.
Schneider tiene razón, la situación no es muy prometedora.
Sin embargo, se percata en la mirada y temple de su compañero, que él no piensa
lo mismo.
-Tienes un plan ¿cierto?
-Admito Schneider, que no es de las mejores cosas que se me
pueden ocurrir, pero hay poco tiempo y pocos recursos. Hay que trabajar con lo
que se tiene y hay que hacerlo ¡Ya!
Ignorando completamente el hecho de que puede haber más de
“esas cosas” cerca y pueden llegar de diferentes direcciones. Carlos arroja un
contenedor de basura metálico con la finalidad de llamar la atención. Los
mortales acechadores y sus presas advierten el estruendo y fijan su atención en
Carlos. Acto seguido, el hombre aprovechando la distracción de su nuevo héroe,
arremete salvajemente contra una de “esas cosas”, reventándole la carótida con
los dientes.
-¡Hardcore! –Grita Schneider, mientras Carlos se apunta el
primero, de un escopetazo.
-¿Qué? Ni siquiera le di en la cabeza.
-Tu no idiota, ¡El!
Carlos observa con horror como el hombre se lanza sobre otra
de “esas cosas” introduciéndole los pulgares en sus ojos que estallan al
impacto, para luego reventar su cráneo contra la pared.
-¡Ese tipo es una jodida bestia! –Carlos ha visto mucha mierda
recientemente, pero ese tipo se lleva el premio.
-¡Ojo a la derecha! –Advierte Schneider.
-Cubierto. –Carlos evade, ubica estratégicamente la escopeta
sobre la nuca de su agresor y dispara a quema ropa.
-¡Erda! ¿Sabes que tú también te pasas un poco de calidad?
-¿Qué? ¿Acaso quieres
que los mate con sutileza? No
seas pinche idiota Schneider.
Uno a uno “esas cosas” van cayendo, pero nuestros héroes tienen
que ser más rápidos, el estruendo de la batalla naturalmente llamara indeseados
refuerzos enemigos.
No puedo creer que
este tipo haya podido contener la amenaza sin arma alguna.
Aunque quedan pocos, Carlos no asegura la munición de “José”.
Cambia el cargador en un solo movimiento, “Click
and Play”. Quiere salir cuanto antes de allí. Cinco disparos consecutivos,
cuatro muertos, erro el ultimo tiro. Peligrosamente cerca el enemigo ataca, por
alguna extraña razón Carlos pensó en protegerse con el brazo herido, igual no sentiría
nada y ya padece las consecuencias. En una fracción de segundo, su mente
regresa a la realidad.
-¡Cual Cara’ Monda! –Adelanta y apoya con firmeza su pie
izquierdo, gira las caderas e impacta la culata del arma en su agresor rompiéndole
la mandíbula, el impacto lo aleja lo suficiente, Carlos avanza ahora su pie
derecho que toma la posición del izquierdo, situándose como el nuevo centro de
gravedad. Carlos hace medio giro sobre el eje de su pie derecho, eleva su pie
izquierdo y realiza una contundente patada que tumba a su enemigo.
No hay combo en 2
golpes.
Innecesariamente toma un pequeño impulso y salta con los 2
pies juntos sobre la cabeza de su derrotado agresor.
-¡In your face!
Carlos levanta la mirada para ver a su compañero de batalla,
quien cual vampiro muerde el cuello de la última de “esas cosas”. Instintivamente
Carlos le apunta con “José” y se acerca
lentamente, el tipo sigue consumiendo la carne del cuerpo sin vida.
-¡Ya es suficiente!, vámonos de aquí.
Carlos no puede ver la cara del hombre, un buzo naranja con
capucha no se lo permite.
-Vamos viejo, déjalo ya, piensa en tu hija y larguémonos de aquí,
tengo un lugar seguro, con suficientes provisiones.
No hay respuesta. Carlos pierde la paciencia lo agarra del
hombro y le da la vuelta.
-Mira maldito, te digo que….¡ahhhhhhhhhh, la mierda!
Bueno no me sorprende
tanto ya me lo temía.
-¡Ese tipo es uno de ellos! ¡Es una de “esas putas cosas”! –Grito
Schneider.
Carlos no dudo en disparar, pero los reflejos del hombre,
bueno de “esa cosa” son asombrosos, esquivo el disparo y se lanzó sobre Carlos derivándolo.
En el suelo Carlos contiene con “José” a su verdugo que intenta morderle el
cuello.
Pero, que fuerza tan
jodida, definitivamente no es normal. Joder me está ganando. Me va a morder, es
que ya no puedo, no puedo…. ¿COMO QUE NO?
-¡FUUUUUAAAAAAAAAAAAAA!
Sacando todo el “carácter”, Carlos invierte la situación.
Con “José” listo es un tiro que no puede fallar.
-ME VAIS A COMER TANTO LA POLLA, QUE ME ASUSTO.
-¡Ya lo tienes tío, lo tienes! –Grita Schneider emocionado.
El hombre/cosa no pone ninguna clase de resistencia a su ejecución.
-Pero antes de volarte toda la madre, quiero detallar bien
tu jodido rostro, luchaste como un hombre así que mereces dar la cara.
-¡Carlos! No te pongas con esas mamadas ahora. –Interviene Schneider
enojado.
Carlos suelta el arma, esta atónito, no puede creer lo que está
viendo.
-Pero ¿qué coño haces?, ¡Mátalo de una puta vez!
Es la segunda vez desde que todo comenzó que Carlos queda
totalmente paralizado, no se mueve, no puede expresar nada, Schneider insiste,
pero sencillamente es ignorado.
-Tengo que hacerlo. –Dice Carlos finalmente.
Con lágrimas en sus ojos recoge su arma, apunta directo a la
cabeza del cuerpo tendido en el piso y ubica tembloroso el dedo en el gatillo.
-Un hombre tiene que hacer lo que un hombre tiene que hacer.
–Se dice para juntar valor. –En otro momento y otras circunstancias, fuiste un
gran amigo y precisamente por ello no puedo dejarte en este estado, sé que tú harías
lo mismo por mí.
-¡Déjalo! –Grita una voz aguda, al tiempo que Carlos siente
el impacto de un objeto contundente en su cabeza. – ¡Andrés no es malo! Ya no
habla mucho, pero me quiere, me cuida y es bueno conmigo.
Llegando a los límites de la consciencia, a punto de perder
completamente el conocimiento Carlos se pregunta, ¿será posible?
Epilogo
Todo se fue a la mierda, en una sola noche. Tanto la
sociedad y la civilización, como la esperanza de Carlos. Indiferente a todos
los acontecimientos el tiempo sigue su marcha. Una Joven de 16 años, conduce una vieja, pero funcional,
camioneta por una desolada carretera.
-Veamos que hay en la radio. Espero que no sea otra vez esa transmisión
del parasito cerebral mutado. Serio me tienen podrida con eso.
Enciende la radio. Una voz se escucha por las bocinas.
-Y ahora para todos los supervivientes que siguen halla
fuera y vienen en camino, vamos a escuchar a La Mosca Tse Tse con su canción Para no Verte Más. La era de las tinieblas está por terminar, juntos reconstruiremos
a la humanidad.
-Que bien, algo de buena música y no esas molestas repeticiones.
Oh joder, obstáculos adelante.
María Carolina, detiene la camioneta y golpea el cristal de
la parte trasera de la cabina.
-Chicos, es su turno.
-Mejor dile a Andrés que se quede, no queremos que estando
tan cerca vuelva a ensuciarse, si queremos que lo reciban tiene que verse lo
menos aterrador posible, yo me encargo de estos.
-Entendido Tío Carlos.
Caro, contiene a Andrés mientras Carlos baja de la camioneta
de un salto, le falta medio brazo derecho, pero está vivo. A lo mejor el golpe
de Caro años a tras lo hizo entrar en razón, porque cuando despertó solo decía:
¡Soy gilipollas! ¡Puedo cortarlo! Fue algo traumático y casi se mata el mismo,
pero funciono.
-Azaroso –Por supuesto Carlos no ha olvidado a Schneider, solo él puede verlo y sabe
perfectamente que es un invento de su imaginación, pero eso le importa en lo
absoluto, le tiene mucho cariño. –Ahora déjate morder otra vez, Pollo.
-Déjalos que se acerquen, más cerca, un poco más.
Carlos hizo un corte limpio con maquinaria pesada, por donde
aún podía sentir. El insiste que se desmayó y fue Schneider apoderado de su cuerpo quien se encargó
de la herida, cosa que Schneider niega. En todo caso, luego de recuperarse de
la improvisada amputada busco por todos lados a Caro y a Andrés. Los encontró refugiados
en un local comercial, la niña se encontraba en perfectas condiciones, Andrés
se había encargado de ello. El viejo Andrés, su capacidad de raciocinio teniendo en cuenta su estado sencillamente es asombrosa. Dejando sus armas a un lado Carlos se acercó a ellos y presencio
una escena que jamás podrá olvidar, extendió su mano izquierda hacia Andrés y
este respondió el saludo. Es un hecho que es una de “esas cosas” pero al
parecer su cerebro igualo al paracito y ahora coexisten en una especie de
simbiosis. Todos se refugiaron en el campamento de la Fe, incluso encontraron
leche en polvo y prepararon choco-listo, vivieron sin mayores complicaciones por
un buen tiempo, hasta que se quedaron sin recursos claro, buscando un nuevo
lugar donde vivir escucharon por primera vez las transmisiones y emprendieron
su viaje con destino al emisor en busca del final de la pesadilla.
Solo eran 2, hubiese sido más practico arroyarlos, pero Caro
le había cogido cariño a su camioneta, regalo de sus 15. Carlos espero hasta
que sus objetivos estuvieran peligrosamente cerca.
-Hola Muchachos, les presento a “José”
Bang! Bang!
Nota Aclaratoria: un pequeño relato inspirado en un sueño medio locochon que tuve hace ya mucho tiempo, comenze a escribir, pero abandone el proyecto por falta de tiempo. Retome entonces este trabajo, corregí varios problemas que tenia presente en relación a los tiempos verbales. Cambie de un pretérito perfecto bastante común en la mayoría de las narraciones junto al pluscuamperfecto, por un básico presente que a mi consideración le agrega un aire inmediato y constante al escrito, es el aquí y el ahora donde todo ocurre. Otro detalle a resaltar, es que como resulta evidente, este relato tiene un montón de guiños propios que se perciben de manifiesto en la personalidad del protagonista, que no es otro sino YO MISMO...
MUCHAS GRACIAS POR LEER!
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